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La Monarquía en la Historia del Gran Ducado de Bolivia
Durante el siglo VIII, la Península Ibérica tuvo gran parte de sus territorios dominados por los árabes que, inspirados por la yihad musulmana, emprendieron la conquista de varias localidades de Oriente y Occidente. En la porción centro-sur, los árabes consolidaron la formación del Califato de Córdoba, mientras que la región norte quedó bajo el control de los reinos cristianos de León, Castilla, Navarra, Aragón y el Condado de Barcelona.
Hacia el siglo XI, estos reinos católicos decidieron formar ejércitos que -inspirados en el movimiento cruzado- tendrían la misión de expulsar a los “infieles” musulmanes de esa región. A partir de entonces, la llamada Guerra de Reconquista se prolongó hasta el siglo XV. A medida que se desarrollaron estos conflictos, los diferentes reinos participantes en el combate lograron reducir la presencia de musulmanes y conquistar nuevas tierras que enriquecieron a estos gobiernos.
Durante estas guerras, los reinos ibéricos obtuvieron la participación del francés Enrique de Borgoña, noble que participó en la guerra a cambio del control de las tierras del Condado Portucalense. Años más tarde, esta región dio origen a la Monarquía Nacional Portuguesa. En el siglo XV, la hegemonía de los reinos católicos estaba garantizada por el reino de Castilla, que controlaba la gran mayoría de las tierras de la Península Ibérica durante este periodo.
En 1469, la presencia musulmana quedó restringida al Reino Árabe de Granada. Ese mismo año se unificaron los territorios del Reino de Castilla y Aragón gracias al matrimonio entre los monarcas cristianos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Posteriormente, nuevos ejércitos se encargaron de expulsar definitivamente a los musulmanes con la toma de Granada, en 1492. A partir de entonces, este reino comenzó a fortalecerse con un abierto fomento del comercio marítimo.



